
Los relojes son el corazón mecánico del mundo,
el artificioso ingenio que nos organiza los momentos.
El invento que mide el invento tiempo.
Los relojes son mentirosos por defecto.
Ilustración: Barnaby Ward.
Felicidades por tu risa,
por tu prisa para ser feliz.
Felicidades por el pensamiento disléxico
Por ver las tres caras de la moneda, los cinco pies del gato.
Por tu vuelta de tuerca.
Si conocerse significa aprenderse - y aprehenderse-,
yo me quedo con tus leyes de tres tercios
con tu ojo daltónico
con tu pensar en imágenes
con tu verde hierba
con las tomaduras de pelo.
Me quedo hasta con las manías indecisas de tus cuatro gemelos.
Y con tu no miedo.
Con tu “vaya tela”, con tu grito de paz y de guerra:
Arrayayaiii
Abran paso que va ardiendo,
Que hoy estamos de celebración,
hoy cumple años la niña de los rizos de melocotón.
Felicidades por todo lo que eres,
Por todas tus luces.
Felicidades por todo lo que serás.
Esta es la casa que no tengo, y la casa en la que vivo. El ático de una parra en la que siempre estoy subida. Si dejas uvas, bienvenidas, entre tus muebles y los míos será más habitable.
Esta casa es un ejercicio de imaginación y de supervivencia, un lugar donde se escribe en primera persona desde la tercera, y en tercera desde la primera. No es un diario, no es una confesión. Todo lo que aquí se cuenta es verdad y es mentira, es un sueño y una posibilidad. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Es sí y es no. Aquí vivimos todas mis yos en perfecto desorden.
Anda, no te quedes en la puerta.